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Puertas y ventanas

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nixfay's avatar
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"Esto es un completo desastre", se dijo Dana inspeccionando con desaprobación el real desmán que era su habitación. Donde no era ropa, su lugar estaba usurpado por algún bolso, o una caja, o un zapato - jamás el par completo, oh no, eso sería un milagro de proporciones astronómicas -, algún pedazo de computadora, monitores…esa clase de caos. Quizás hasta hubiera un tigre viviendo en algún rincón, pero por razones obvias, prefería no arriesgarse a perturbarlo.
Fantaseando con la posibilidad de plantar semillas de hadas madrinas instantáneas que estuvieran dispuestas a encargarse de semejante cosa, recogió el primer bollo de ropa que tuvo a mano y comenzó a desenmarañarlo como si la tarea requiriera de una profunda concentración, cuando - a fin de cuentas - lo que exigía esa concentración tan concienzuda, era el hecho de no pensar en eso en lo que justamente estaba pensando.
"¡¡¡Si seré estúpida!!!" se maldijo con indignación… ¿Pensar en no pensar? Algo en eso no estaba funcionando, claramente.
"No hay que esquivar los obstáculos, hay que enfrentarlos…" pensó, tratando de serenarse, mientras doblaba por quinta vez consecutiva la misma camisa. Cómo no… Allá viene el meteorito, voy en mi nave, pero no maniobro para esquivarlo, no… me lanzaré de lleno contra él, y… Hay que reconocerlo, mi nave, el meteorito y yo somos un majestuoso fuego artificial, ¿no?
Más ofuscada que al comenzar estiró la mano hacia su biblioteca ¿es que no podía concentrarse en algo? ¡No, cómo concentrarse en medio de ese omnipresente desquicio que tenía por habitación!
  Decidió que la puerta elegida sería "El Principito". Era uno de sus destinos favoritos, y lo había reservado por un tiempo, como una golosina que no se consigue fácilmente y por tanto hay que disfrutarla tanto como se pueda y en ocasiones distinguidas. Por esa razón, llevaba años sin ponerle un dedo encima… De ser amantes, ese libro en particular necesitaría mucho afecto después de un abandono tan insensible.
Lo abrió al azar para mudar un rato su mente a donde fuera que la llevara la página en que abriera el libro, y al hacerlo, con un abandono que era preludio para su entrada usual, sus ojos dieron con algo inesperado… No era la imagen que esperaba. Ni sangrías, ni párrafos, ni una mota de negro sobre el blanco que ya amarilleaba de esas hojas…Nada de eso, sino una fotografía. Quiso apartar los ojos, pero ya estaba hecho.
Varias niñas con camisetas celestes y blancas, y pantalón corto, ejecutaban una coreografía sobre un escenario, ante una numerosa multitud que sonreía a más no poder bajo un sol candente. Observando con más cuidado, se apreciaba que todas las chicas - de unos trece años quizás - volteaban a un tiempo hacia la derecha… Todas menos una. Esa única y despistada niña, haciéndo el ridículo en la segunda fila de bailarinas, ostentaba el mismo cabello, y demostraba la misma aversión por el sol que la que, sentada en la cama, era arrastrada a un recuerdo vívido de cómo había echado por tierra el trabajo de todas sus compañeras en ese acto en el séptimo grado.
Para su profundo horror, la vergonzosa foto, prueba de su irrefutable falta de idoneidad para el baile, también resultó capaz de servir como puerta, colocándola una vez más en ese trance que la había hecho desistir para siempre de cualquier otro atentado contra la danza.
Igual que aquella vez, se le hizo un nudo en el estómago, las piernas le temblaron y sintió el color drenándose de su rostro. ¡Si tan sólo pudiera desmayarse! Pero no… no. Ella giró a la izquierda, cómo no. Su cola de caballo volando con la inercia de la media vuelta, dando de lleno en la cara de su compañera más próxima…Le temblaba el labio inferior, sentía ese vacío tangible dentro suyo, mientras se formulaba el mismo deseo que tantos años atrás se había formado en su mente: "Trágame tierra…"
Pero tampoco la tierra había sido piadosa. Quizás también se estuviera riendo de ella.
Había escondido la foto, ahora lo recordaba, para no sentir de nuevo ese bochorno que ahora le recorría todo el cuerpo. Pero entonces algo notó que no había apreciado jamás. Tan concetrada siempre en su error, en su tropiezo, no se había fijado nunca en la muchacha de enfrente, de sonrisa ancha y benevolente, dos cabezas más alta que ella y figura grácil… Ella sonreía con una luz más que potente en los ojos, unos ojos que no estaba en la audiencia o mirando la nada como los de las demás, pendientes de sus familias o del siguiente paso a seguir. Los ojos de ésta reían con Dana, no había burla en su sonrisa, no había reclamo en su gesto; se reía pícara y vivaz, feliz. Su mejor amiga, Mía, le sonreía a la torpeza que siempre la había caracterizado.
El nudo se desató en el estómago de la jóven, al tiempo que depositaba el libro a un lado dándole una palmada que prometía regreso y sentía sus labios estirarse en una incontenible sonrisa. Se levantó de la cama hecha un torbellino que arrasó con el poco orden que había conferido a la habitación y, aún con la fotografía en la mano, alcanzó su móvil y redactó un mensaje.
"¡Mía! Mates, ya mismo. No me vas a creer lo que tengo para mostrarte" tecleó emocionada, y le sonrió una vez más a la fotografía antes de dejarla sobre la mesa para preparar la bienvenida.
Bueno... a último momento - por no decir que después de tiempo... - y un desastre, pero hela aquí ^^
© 2012 - 2024 nixfay
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Stauli's avatar
Me encantó ^^